Al finalizar el primer trimestre, Carmen, la profe de 4 años de infantil, nos hizo este maravilloso regalo a los padres y madres de este curso. Se trata de una carta escrita por una maestra que, sin duda, nos tiene que hacer reflexionar un poco a todos.
Queridos padres:
Lo sé. Estáis preocupados. Cada día, vuestro hijo llega con una
historia sobre ESE niño. El que está siempre golpeando, empujando, pellizcando,
molestando, quizás incluso mordiendo a otros niños. El que siempre va de mi
mano en la fila. El que tiene un lugar especial en la alfombra, y a veces se
sienta en una silla en vez de en el suelo. El que tuvo que dejar de jugar con
bloques porque los bloques no son para lanzar. El que se subió a la valla del
patio en el momento exacto en el que yo le decía que parara. El que tiró la
leche de su compañero al suelo en un arranque de rabia. A propósito. Mientras
yo le miraba. Y luego, cuando le pedí que lo limpiara, vació la caja de
pañuelos ENTERA. A propósito. Mientras yo le miraba. El que soltó la más
terrible palabrota en la clase de gimnasia.
Os preocupa que ESE niño desmerezca el aprendizaje de vuestro
hijo. Os preocupa que absorba mucho de mi tiempo y energía, y que vuestro hijo
salga perdiendo. Os preocupa que algún día le haga daño a alguien. Os preocupa
que este “alguien” pudiera ser vuestro hijo. Os preocupa que vuestro hijo
empiece a usar la agresión para conseguir lo que quiere. Os preocupa que
vuestro hijo empeore sus resultados porque quizás yo no me dé cuenta de que le
cuesta sujetar el lápiz. Lo sé.
Vuestro hijo, este año, en esta clase, a su edad, no es ESE
chico. Vuestro hijo no es perfecto pero suele seguir las reglas. Es capaz de
compartir los juguetes sin pelear. No lanza muebles. Levanta la mano para
hablar. Trabaja cuando es la hora de trabajar y juega cuando es la hora de
jugar. Se puede confiar en que vaya directamente al baño y regrese sin engaños.
Cree que las peores palabrotas son “estúpido” y “tonto”. Lo sé.
Fijaos, me preocupo todo el tiempo. Sobre TODOS ellos. Me
preocupo por las dificultades de vuestro hijo con el lápiz, por cómo lee las
letras otro, por la timidez de esa chiquitina, y porque hay otro que lleva
siempre la caja del desayuno vacía. Me preocupa que la chaqueta de Gavin no
abrigue lo suficiente, y porque el padre de Talitha le grita por dibujar la B
del revés. La mayoría de mis desplazamientos en coche y duchas las dedico a
estas preocupaciones.
Pero, lo sé, queréis hablar sobre ESE niño. Porque la B
invertida de Talitha no le va a poner un ojo morado a vuestro hijo.
Yo también quiero hablar de ESE niño, pero hay muchas cosas que
no puedo contaros.
No puedo contaros que le adoptaron en un orfanato a los 18
meses.
No os puede decir que está haciendo una dieta para descartar
alergias alimentarias, y que tiene hambre TODO EL TIEMPO.
No os puedo contar que sus padres están en medio de un horrendo
divorcio, y que está viviendo con su abuela.
No puedo contaros que empieza a preocuparme que la abuela beba…
No te puedo contar que la medicación para el asma le agita.
No puedo contaros que su madre es monoparental, y por esto entra
en el colegio cuando abre la acogida matinal y se queda hasta la acogida
vespertina, y después el viaje hasta casa les lleva 40 minutos y por esto
duerme menos que muchos adultos.
No puedo contaros que ha sido testigo de violencia doméstica.
De acuerdo, decís, entendéis que no puedo compartir información
personal o familiar. Sólo queréis saber qué estoy HACIENDO al respecto de su
comportamiento.
Me encantaría decíroslo. Pero no puedo.
No puedo contaros que va a logopedia, que han descubierto un
retraso severo del lenguaje y que los terapeutas piensan que las agresiones
tienen que ver con la frustración por no ser capaz de comunicarse.
No puedo contaros que me veo con sus padres CADA semana, y que
ambos habitualmente lloran en estas reuniones.
No puedo contaros que el niño y yo tenemos una señal secreta con
las manos para que me diga cuando necesita sentarse solo un rato.
No puedo deciros que pasa el descanso acurrucado en mi regazo
porque “me hace sentir mejor oír tu corazón, señu”.
No puedo contaros que he estado rastreando meticulosamente sus
incidentes agresivos durante 3 meses, y que se han reducido de 5 incidentes al
día, a 5 por semana.
No puedo contaros que la secretaria del colegio ha aceptado que
le mande a su despacho a “ayudarla” cuando me doy cuenta de que necesita un
cambio de escenario.
No puedo contaros que me he puesto de pie en una reunión de
docentes y que, con lágrimas en mis ojos, les he ROGADO a mis compañeros que le
echen un vistazo extra, que sean amables aunque se sientan frustrados de que
haya vuelto a pinchar a alguien, y esta vez, JUSTO DELANTE DE UN PROFESOR.
El asunto es que hay TANTAS COSAS que no puedo contaros sobre
ESE niño. Ni siquiera lo bueno.
No puedo contaros que su trabajo en el aula es regar las plantas
y que lloró con el corazón roto cuando una de las plantas no sobrevivió a las
vacaciones de Navidad.
No puedo contaros que despide a su hermanita con un beso cada
mañana, y le susurra “eres la luz de mi vida”, antes de que mamá se aleje con
el carrito.
No puedo contaros que sabe más sobre tormentas que muchos
meteorólogos.
No puedo contaros que a menudo se ofrece para sacar punta a los
lápices durante el recreo.
No puedo contaros que estruja al pelo de su mejor amiga en el
descanso.
No puedo contaros que, cuando algún compañero llora, cruza el
aula para ir a buscar su cuento favorito desde el rincón de las historias.
El asunto es, queridos padres, que solo puedo hablaros de
VUESTRO hijo. Así, lo que os puedo decir es esto:
Si nunca, en cualquier momento, VUESTRO hijo se convierte en ESE
niño…
No compartiré vuestros asuntos personales con otros padres de la
clase.
Me comunicaré con vosotros con frecuencia, y con amabilidad.
Me aseguraré de que haya pañuelos cerca en nuestras reuniones, y
si me dejáis, os sujetaré la mano mientras lloráis.
Defenderé que vuestro hijo y vuestra familia reciban los
servicios especializados de mayor calidad, y cooperaré con estos profesionales
en la mayor medida posible.
Me aseguraré de que vuestro hijo reciba amor y mimos extras
cuando más lo necesite.
Seré la voz de vuestro hijo en la comunidad escolar.
Seguiré, pase lo que pase, buscando y descubriendo, todas las
cosas buenas, asombrosas, especiales y maravillosas de vuestro hijo.
Os recordaré a él y a VOSOTROS de estas cosas buenas asombrosas
especiales maravillosas, una y otra vez.
Y cuando otro padre se acerque, con quejas sobre VUESTRO hijo…
Le contaré esto, una y otra vez.
Con mucho cariño,
La maestra.
Podéis ver la carta original, publicada en
The Washington Post, pinchando en
este enlace.